Arcilla Baney

Arcilla Baney: conectando con mi tierra a través de la tierra es una viaje en el que llevaba mucho tiempo queriéndome embarcar. Soy mitad española, mitad ecuatoguineana, aunque siempre ha habido un gran desequilibrio entre mis dos mitades, estando mis raíces africanas enterradas y teniendo una gran desconexión con mi negritud. Así, crecí creyendo que era igual de blanca que el resto de las niñas en mi colegio; sin diferencia alguna.

En el despertar de mi negritud hay tres fechas destacadas: la primera vez que viajé a Guinea Ecuatorial (GE) con mi familia - mis padres y mis hermanos - en 2010 (la primera vez que mi padre regresaba en 30 años); cuando leí “Mujeres, raza y clase” de Angela Y. Davis en 2016, lo cual me llevó a leer e investigar más sobre feminismo negro en el Reino Unido; y, por último, este proyecto.

Hace un par de años, mis padres me trajeron una bolsa de tierra (o arcilla) de GE para la cual todavía no había conseguido sacar tiempo. Por fin este invierno, 2020, decidí aparcar otros pedidos e ideas para dedicarle tres meses a esta tierra, mi tierra, y a mí misma. ¡Así que espero que os guste!

El objetivo de este proyecto es cuestionar la “norma” en el Arte. Por un lado, históricamente, el Arte de los países del Sur ha sido etiquetado como “primitivo” o “exótico” y menospreciado. Y por otro, y en lo que a la Alfarería respecta - artesanía tradicionalmente femenina -, se puede ver claramente cómo, en el momento en el que se inventa el torno y los hombres se hacen con el control y el protagonismo, las piezas hechas a mano (en general, hechas por mujeres en sus casas y utilizadas en las tareas domésticas de las comunidades agrícolas) son infravaloradas y no se les da valor artístico alguno. En los países del Norte, conforme la Ruta de la Seda se expande, la porcelana se convierte en la sensación del momento; obsesión que empuja la innovación en los círculos alfareros europeos, mientras la arcilla de baja temperatura pierde popularidad como consecuencia.

Creo fehacientemente que el progreso solo llegará cuando hagamos caer al patriarcado y, así, Mujeres y Hombres empaticen y se solidaricen para con las experiencias del otro. Cuando la visión colonialista y occidental que se impone sobre todo sea parte del pasado y el Norte y el Sur sean uno. Cuando el Sur deje de ser el “patio trasero” de los países occidentales.

A través de este proyecto, a través de esta tierra, de esta arcilla, he combinado todas estas ideas y les he dado vida.

Primero, he de aclarar que el nombre de la arcilla y del proyecto, Baney, no es casual ni inventado, sino el nombre del pueblo de mi padre en GE. Baney, con una población de 2.365 habitantes según el censo de 2005, se encuentra en la provincia de Bioko Norte en la isla de Bioko, la más grande de las islas que conforman GE, y en la que se encuentra la capital del país, Malabo.

Las piezas Baney están hechas mezclando diferentes proporciones de Draycott (gres) o porcelana y la arcilla Baney, la cual es una alegoría del Sur y de las Mujeres. Las piezas pequeñas están hechas en el torno, mientras que las grandes las he hecho mezclando dos técnicas: el torno y coiling (o técnica de churros). 

Es súper interesante cómo cuanto más intensa es la mezcla, más dificultades tienen las diferentes arcillas para ajustarse las unas a las otras, como ha pasado históricamente con el Norte y el Sur o entre las Mujeres y los Hombres. Estas son mis dos reacciones favoritas:

• En la mezcla más intensa (P3): 50% porcelana + 50% arcilla Baney a 1260℃. El hierro, presente en una proporción muy alta, se siente atrapado y quiere salir, creando bultos o ampollas en la superficie de la pieza, sin roturas, por suerte.

• En la mezcal de arcilla Baney con mucha chamota (como es al natural, sin refinar) y porcelana. Las piezas más grandes hechas con churros se agrietaron dramáticamente y en las pequeñas hechas con el torno, una vez horneadas, las piedritas de hierro salen a la superficie creando un contraste maravilloso.

Interpreto estas reacciones como románticas metáforas en arcilla de cómo, a día de hoy, todavía consideramos que el Sur tiene que “refinarse” para poder ser asimilado por el Norte. Cómo, tradicionalmente, a las Mujeres no se nos ha permitido tener voz y reclamar nuestros derechos; o cómo el atrevimiento, la fuerza o la asertividad siempre se han considerado atributos masculinos.

La máxima metáfora de esta “lucha de civilizaciones” que he recreado con arcilla son las grietas. Era consciente de que era probable que alguna pieza se agrietara, especialmente porque, dado que tenía una cantidad limitada de tierra, las pruebas y experimentos eran todo un lujo, así que todavía sé poco sobre cómo se comporta la arcilla Baney. Y pasó. Y no pasa nada. Lo que más me fascina es que una de las piezas grandes tiene una raja en la parte inferior, ¡la cual está hecha en el torno! Es una pena, pero creo que es parte de la belleza de la pieza y del concepto que le da vida. Espero poder ir a GE pronto para traerme más tierra y poder seguir experimentando.

Más abajo os dejo una foto en la que podéis apreciar la arcilla Baney en su estado puro y el maravilloso contraste entre esta y el pálido acabado de la primera pieza con piernas que hice solo con gres como prototipo. Además, en mi blog podéis leer (en inglés) mis primeras reflexiones sobre la alfarería africana e Historia de cuando empecé a investigar para el proyecto.

Al principio del texto decía que este proyecto ha sido el tercer momento clave de este viaje en el que me encuentro para conectar con mis raíces y mi negritud, porque, de igual modo que hay piezas de alfarería africana que se usan en ceremonias para conectar con los antepasados, estas piezas son para mí una conexión directa con los míos y mi pasado.

Versión en inglés aquí.